Hija mía, ten fe. Yo estoy trabajando en los tuyos. Sé mi instrumento. Necesito que mis bocas se abran y proclamen lo que tengo preparado para esta hora y para las horas que vienen, porque viene destierro para el pueblo de Dios.
Ilegítimamente los echarán de sus tierras por causa de mi nombre, y en ese momento, algunos de los que llevan mi nombre retrocederán y se acobardarán, pero otros darán el paso adelante y seguirán proclamando mi nombre hasta los confines de la tierra.
[2 Timoteo 3:12] Todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución.
Esto será parte del refinamiento que tengo planeado para los que dicen que son míos, porque Yo los voy a volver dorados como el oro y los voy a ilustrar como el cobre, y luego estarán listos para venir a mí, habiendo soportado todo lo que les mando.
Todo tiene una razón de ser. Nada sucede al azar. Nada escapa de mi plan. Mi Espíritu lo abarca todo y no hay nada que suceda fuera de mi Espíritu. Cada detalle está escrito en el mismo Espíritu que se movía sobre las aguas.
Ustedes no entienden esto, pues está más allá de la carne entenderlo, pero el que vive por mi Espíritu puede sentir que es verdad.
Ustedes, hijos míos, no se desvíen. Resistan el momento de la prueba. Sigan siendo míos, sabiendo que todo obra para bien para los que me aman en espíritu y en verdad, porque ciertamente los voy a probar de muchas maneras y los voy a hacer caminar por caminos impensados.
Voy a sacudir sus vidas y los voy a cambiar de realidades, haciendo que sus vidas cambien de escenario, sacándolos de la comodidad donde estaban recostados, para ver si verdaderamente quieren seguirme, para ver si de verdad se han comprometido conmigo hasta llegar a la boda.
De ninguna manera voy a permitir que mi gente se aleje de mí sin antes haber sido pasada por la prueba. Primero voy a probarlos uno por uno, para luego ver qué decisión toman, y así separar el trigo de la cizaña.
La prueba que traigo hará que cada cual elija lo que realmente quiere, dice el Señor, porque es fácil elegir cuando uno está cómodo y sentado. Pero el momento de la verdad llega cuando algo cuesta.
[Génesis 12:1] Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Yo soy Jesucristo, el Señor de las realidades. Yo soy el dominador de los escenarios. Yo soy el creador de los ambientes. Yo soy el Alfa y la Omega, la luz encendida, la estrella encendida de la mañana. Yo camino entre los siete candeleros y Yo soy el que tiene los siete espíritus del Dios altísimo e inigualable.
Mi poder es mayor que el de las brujas, mayor que el de los hechiceros. Con un solo dedo muevo las estrellas y provoco un sismo en el firmamento. Yo abro las ventanas de los cielos y las cierro. Yo remuevo lo viejo y quito lo indeseable.
Yo provoco al humano hasta que tome una decisión entre arriba o abajo. Yo muevo los océanos con mi mano y soplo entre los árboles de las praderas para que mi aliento reviva todas las cosas.
Y tú, ¿qué piensas? ¿Hasta cuándo me tendrás esperando a que te decidas por mí? ¿No crees que ya lo he hecho todo por ti? ¿Cuántas veces quieres que vaya a la cruz por ti?, dice el Señor. ¿Cuántas veces lo quieres?
Si pudiera volver para salvarte, lo haría, pero aun así no me creerías, porque has cargado tu corazón de mentiras y engaños, cerrando los ojos a tu Creador y Salvador.
Yo, Jesucristo, te insto a que te muevas y hagas lo que tengas que hacer para revivir lo que había en lo profundo de tu ser antes de que te dejaras apagar.
Mírame y aprecia mi amor por ti. No me des vuelta la cara. Yo espero a que me elijas y ya no te escapes y te pierdas la vida eterna, porque el que me elige por siempre es recompensado. El que se decide por mí es sabio y sabe que elegirme es solo para bien.
Aunque el mundo lo haga ver al revés, no te opongas a mi voluntad en tu vida y responde con amor a mi llamado, porque cuánto tiempo te he estado llamando y no me he cansado de esperarte. He tenido paciencia y he entendido que eres humano, porque Yo caminé la misma senda y viví los mismos sufrimientos y dolores que se hallan en tu carne. Yo entregué mi cuerpo y lo hice maldito en la cruz, que soporté por ti y por muchos, para entender lo que te pasa, para que sepas que tienes un Dios que te entiende y que se hizo carne por ti.
Así que ahora mismo, mientras escuchas mi voz, apártate del mundo y dedícate a mí, a adorarme, y llena tu corazón de gozo, porque Yo estoy dispuesto a perdonarte todo eso que crees que es imperdonable. Yo estoy dispuesto a secar tus lágrimas, limpiarte, sanarte y darte ropa nueva, no contaminada por los errores del pasado.
Yo, Jesucristo, el Rey perdonador, tengo tanto para ofrecerte, tantas cosas buenas adecuadas para ti. Te ruego, ven, mi querido, dice el Señor. Entra por la puerta que Yo abro y cenaremos juntos cuando toda esta ilusión se haya acabado. Ríndete a mí, al redentor de las almas. Fija tu mirada en mí y conóceme.
Te quiero en mi morada. Anhelo tu compañía. Yo puedo ver tu corazón desnudo y sé por lo que has pasado. Yo sé cuánto te ha dolido lo que otros no saben. Yo veo tus heridas y me compadezco y tengo misericordia de ti.
Por eso te doy tiempo hasta que entiendas que no hay otra salida que lleve a lo que más te conviene. No hay escapatoria lejos de mí; más bien, te encontrarás en un callejón sin salida.
Pero incluso ahí, si me llamas y me pides la mano, Yo estoy dispuesto a extenderla, porque Yo soy un Rey amador y hago todo lo que tengo que hacer para atraerte hacia mí. Te mando mensajeros de carne y también espirituales. Te hablo al oído cuando estás durmiendo. Te mando regalos. Utilizo diferentes medios para atraer tu atención.
Por eso ahora escúchame, mi querida alma preciosa. Quiero tenerte en mi reino y que cenemos juntos, con un vino nuevo. No tengas temor de mí, porque Yo soy un Rey y Dios de amor y anhelo que vengas a mí, que te tomes de mi mano y camines conmigo en la senda perfecta: Jesucristo, el Rey majestuoso, el sanador de las almas afligidas, el redimidor de las almas caídas. Amén.
Noelia: Mientras el Señor decía en la primera parte de este mensaje que algunos de nosotros vamos a ser desterrados de nuestras tierras, veía en una visión cómo muchos cristianos eran echados de sus ciudades e incluso de sus países. Eran erradicados por causa del nombre de Cristo.
El Señor me mostraba que Él va a llamar a muchos de nosotros, incluso a familias enteras, a irse a vivir a otras ciudades, pueblos, naciones y hasta otros continentes. Veía que estas personas dejaban absolutamente todo y comenzaban una vida completamente nueva en el Señor.
[Marcos 10:29-30] Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.
El Señor me muestra ahora que muchos de ustedes han sido llamados a este cambio de residencia, como me pasó a mí cuando el Señor me llamó a dejar la ciudad donde viví toda mi vida, Río Grande en Tierra del Fuego, y mudarme con mi esposo a la ciudad de Mendoza, a más de 3000 kilómetros de distancia, dejándolo todo: profesiones, la familia entera, amigos, conocidos, la casa donde crecí. Nosotros obedecimos a ciegas, sin tener trabajos, sin tener una casa, solo con un poco de ahorros, pero caminando por fe y confiando en las promesas de Dios, como Abraham cuando Dios lo llamó a dejar sus tierras.
Así mismo, dice el Señor, Yo estoy llamando a muchos de ustedes a dejar la tierra donde habitan, con todo lo que eso implica. Confíen en mí, que soy Yo el que los está llamando, que soy Yo el que les está hablando.
Noelia: Veo al Señor extendiendo la mano a los que Él está llamando a dejar su lugar de residencia para ir a vivir a otro lado.
Tómense de mi mano fuerte para atravesar esta tormenta de cambio, dice el Señor. No duden y conquisten esa tierra prometida.
Hijos míos, Yo los estoy cuidando como una mamá cuida a su bebé, con la misma ternura y con el mismo amor. No se preocupen por nada, no le abran la puerta a las preocupaciones de este mundo ni dejen entrar el miedo cuando esto suceda, porque Yo voy a estar allí, igual que estuve con Abraham cuando lo llamé a irse de su tierra natal.
Hijos míos, Yo los bendeciré y Yo los apartaré para que hagan el trabajo para mí, donde sea que los estoy llamando a que vayan. Todo tiene un propósito, dice el Señor.
Tengo que arrancarlos de su lugar de residencia, borrar todo lo viejo, romper ese odre viejo para colocar un vino nuevo en ustedes. Necesito que se dejen transformar, dice el Señor. Necesito que respondan a este llamado mío de cambiar de lugar para poder renovarlos, para poder trabajar en ustedes, hacerlos de nuevo, como un nuevo edificio, y usarlos para mi reino.
Para traer mucho fruto, la semilla debe morir. No se resistan, dice el Señor. Relájense y déjense morir en la tierra, así como la semilla se deja morir para que crezca una planta nueva.
Yo estoy moviendo mi mano sobre el mundo, cambiando de lugar a muchos de los míos. Esto es necesario para que tengan éxito en mi reino, dice el Señor. No se preocupen, porque Yo los voy a guiar a través de mi Espíritu. Solo déjense llevar como una hoja en el viento, y Yo los voy a restablecer.
Y a aquellos de ustedes que van a ser probados, dice el Señor, o a los que ya fueron probados, que han sido echados de sus tierras, arrancados y empujados para que se vayan porque los odian por amarme, Yo mismo voy a fortalecerlos. Yo mismo voy a levantarlos cuantas veces se caigan, mientras permanezcan en mí.
Recuerden que Yo soy la vid verdadera, y si permanecen en mí, nunca les va a faltar nada, dice el Señor, porque Yo soy el que les va a dar la fuerza. Es la savia que corre por mi vid la que los va a alimentar y sostener. Por eso tienen que mantenerse en mi vid, dice el Señor, porque sin mí nada podéis hacer.
Hijos míos, los estoy amando con un fuego que nunca se apaga, dice el Señor. Aun cuando piensan que viene su final, aun cuando son perseguidos y detestados por causa de mi nombre, por causa del amor que habita en ustedes, allí estoy Yo, sosteniéndolos.
Enciendan ese fuego que hay adentro de ustedes, el fuego vivo del Espíritu Santo que habita en ustedes, dice el Señor. Enciéndanlo, ardan con ese fuego por mí, y Yo los voy a recompensar en la vida postrera. Amén.