Mensaje de Dios
Aquí estoy Yo, siervos míos. Mis ángeles están anotando todo lo que acontece. Todas tus obras están siendo escritas en libros, dice el Señor. Apártate ahora de la inmundicia, pueblo mío, considera tus caminos y vuelve a la senda recta, dice el Señor. Te estoy llamando a que te laves, a que limpies tus inmundicias, a que laves tus vestiduras. Yo estoy llamando a tu puerta para que la abras y me conozcas, dice el Señor. ¿Por qué no querés conocerme? Yo extiendo mi mano para tomar la tuya, pero me das vuelta la cara. ¿Por qué andas en compañía de inmundos que no buscan mi justicia?
Yo soy el buen pastor y mis ovejas escuchan mi voz, pero las rebeldes corren por su cuenta, sin prestar atención a la voz de su Señor. Y entonces vendrá un día cuando todos estemos juntos en la mesa y tú dirás: «Señor, ¿por qué no me abres la puerta?» Y Yo te contestaré: «Porque no quisiste escucharme cuando andabas en caminos de rebeldía como la oveja que se va del rebaño y se pierde. No escuchaste mi llamado cuando Yo te decía: ‘¡Vuelve, oveja mía!’ No limpiaste las manchas de tus lomos. No te limpiaste el barro de las patas. No quisiste volver a mí para que Yo te lave de tus rebeldías, sino que solamente hiciste lo que te parecía.»
Hay muchos caminos que le parecen rectos al hombre, mas para mí son caminos de injusticia, son caminos que no llevan a la vida eterna. Pero si quieres escucharme, clama a mí y Yo te voy a responder, dice el Señor. Y aunque tengas las manos sucias de corrupción, Yo estoy dispuesto a lavarte y a refrescarte. Ven ahora a mí, dice el Señor, y entiende que Yo soy el Rey, que Yo soy el único pastor de las ovejas. Deja de seguir a los hombres que te llevan por malos caminos, y conóceme a mí, dice Jesús.
Yo quiero que mi pueblo me conozca, que mi pueblo entienda mis caminos, que mi pueblo escuche mi voz, que se santifique y que preste oídos a mis palabras. Yo quiero que mi pueblo esté cercano a mí. Yo quiero que camines tomado de mi mano, dice Jesús. ¿Por qué decides caminar tomado de la mano de un hombre, en vez de conocerme a mí? Tengo tantas cosas para ofrecerte, dice Jesús, mucho más grandes que las cosas que te puede ofrecer un hombre. Yo soy el buen pastor.
Deja de seguir a las iglesias que proclaman mi nombre, pero que hace tiempo que me dejaron, dice el Señor, y vuelve a mí. Retorna a mí, hijo mío, hija mía. Yo estoy esperando que te des vuelta y vuelvas a mirarme, que me tomes las manos y te entregues a mí por completo.
Deja de seguir doctrinas de hombres, planes semanales donde Yo no estoy, guías de ciegos que ciegan a mi pueblo, estructurándolos, diciéndoles que tienen que cumplir con ciertas cosas que Yo nunca dije que hagan, que no están en mi Palabra, para poder ser salvos; cosas que Yo nunca nombré, que Yo nunca ordené, que Yo nunca mandé que hicieran. Rituales satánicos se están metiendo en mis iglesias, en mis templos. Cosas que nunca mandé que hicieran están haciendo los que dicen que me siguen. Mas Yo nunca les mandé que creen nuevas doctrinas.
¿Por qué no quieren seguirme? dice Jesús, si Yo soy el dador fiel, el amigo verdadero, el compañero de tu juventud, cuando me mirabas y me clamabas y me decías: «Señor, Señor, te necesito». Yo siempre estaba ahí, pero te has desviado por seguir planes semanales, doctrinas de demonios, estructuras eclesiásticas que Yo nunca ordené.
Quítate el sombrero y agacha tu cabeza a mí. Humíllate a orar de corazón, pidiendo mi guía, dice Jesús, para que Yo sea el que te diga qué tienes que hacer. Deja de concurrir a estos edificios, iglesias, donde mi Espíritu no mora, porque mi Espíritu está en vos. Vos sos el templo del Espíritu Santo, dice el Señor. Escucha mi guía, vuélvete a mí, deja de seguir doctrinas de hombres que proclaman mi nombre, pero no me siguen hace rato. Vuelve a mí y Yo te voy a responder. Escucha mi llamado y límpiate las manos.
Ya nada va a ser como antes. Todo está escrito. Todos mis siervos, los profetas, ya escribieron todo lo que iba a pasar. Y esto también está escrito, que en los postreros días se levantarán burladores, mentirosos, desviándose de la verdad, creando su propia planificación y manteniendo una relación, una amistad con ellos mismos, sin conocerme a mí.
Deja de seguir ridículas guías de ciegos que no me conocen, dice Jesús, y alístate para lo que viene, porque Yo vengo para buscar a mi Iglesia santa, inmaculada, y muchos no están listos por seguir doctrinas de hombres. Preocúpate por conocerme primero, dice Jesús, por saber quién soy Yo, por entender qué significa MI NOMBRE, cuál es el poder que hay en él, por entender mi carácter, mi persona; cómo Yo obro, en dónde estoy y en dónde no estoy. Preocúpate por sentir mi presencia, y a donde vayas y Yo no estoy, huye de ese lugar.
No seas necio. No te duermas. Despertate a mí. Abrí grande los ojos, dice el Señor, para verme de verdad, para entender quién soy. Escudriña las Escrituras, poniendo el foco en mí, en tu Salvador. Yo soy el primero. Yo soy el último. Siempre tengo que ser Yo el que esté en tu foco. Yo tengo que ser tu motivación. Yo, que soy el Hijo de Dios, te he llamado para que me sigas. No te he llamado para que sigas a los hombres. Te he llamado para que me sigas a mí.
Deja de concurrir a estos templos donde los pastores tienen las manos sucias de recolectar dinero. Deja de concurrir a estos templos donde mi nombre no es levantado. Deja de seguir falsas doctrinas donde mi nombre no es glorificado. Apártate del mal. Sal de estas iglesias donde mi nombre no es levantado, sacudiendo el polvo de tus calzados, y búscame a mí, busca mi presencia.
Ve a donde estoy Yo, a donde mi Espíritu guía, dice el Señor. Ve a donde mis ovejas me siguen. Ve a donde tus vestiduras pueden ser limpiadas. Ve a un lugar donde encuentres alimento espiritual. Ve a un lugar donde puedas ser liberada de la opresión de la maldad. Relaciónate con los siervos que verdaderamente trabajan para mí. Relaciónate con mis siervos que están llenos de mi Espíritu, donde mi Espíritu los guía. Mantente lejos de los hacedores de maldad, de los que no me conocen, y preocúpate por conocerme.
Yo quiero tocarte, dice el Señor, y cambiar tu corazón, pero vos has elegido seguir a los hombres, porque es más fácil seguir a los hombres y cumplir con sus doctrinas y con sus rituales diarios que seguirme a mí. Pero aléjate ahora, dice el Señor, de estas iglesias donde lo único que hacen es llenar el tiempo con actividades que Yo nunca les mandé. Ellos se entretienen con cosas mundanas, con actividades de la carne, y distraen a mis ovejas perdidas, haciéndolas caer en los barrancos, separándolas de mí, sin saber que Yo las estoy llamando a que se limpien y a que no sigan doctrinas de hombres.
Deja de concurrir a estos templos donde lo único que hacen es reunirse para socializar, dice el Señor, gastando el tiempo en trivialidades, ensuciando sus lenguas con sus palabras vanas y mundanas, con conversaciones del mundo, con idolatría de las cosas materiales; donde los hombres van para hablar sobre dinero, sobre autos, sobre mujeres, olvidándose de mí. Deja de concurrir a estos lugares donde Yo nunca estuve y nunca voy a estar porque no me buscan a mí. Solo es un negocio donde trabajan para juntar almas que se entretienen con cosas mundanas.
Ahí no está mi Espíritu, dice el Señor, ahí no está la salvación, ahí no está la corrección, porque lo único que hacen los pastores es hablar palabras suaves que convencen al pecador de sus caminos, y negocian con ellos, diciéndoles que «si haces tal o cuales cosas, ya estás a mano con Dios», mintiéndoles.
Yo no estoy ahí. Abre tus ojos y levanta una oración hacia mí, y dime: «Señor, Señor, Yo te estoy buscando. Quiero conocerte, saber quién eres, mi Salvador. Quiero saber más sobre tus caminos. Quiero saber más sobre tu justicia. Protégeme del mal». Levanta una alabanza hacia mí, dice el Señor, y ruega para que Yo me presente a ti y te muestre quién soy, que soy el Rey, que soy el Señor, que soy el pastor, el único y el verdadero; que te estoy llamando para que seas mi oveja, para que tengas mi marca, para que pertenezcas a mí.
Apártate de estas doctrinas semanales que mi Espíritu no guió, y sigue al Espíritu Santo. Sus caminos no son los caminos de los hombres; son cosas de Dios que están preparadas para ti. Apártate de la guía de los hombres y sigue la guía de mi Espíritu. Yo te voy a decir lo que tienes que hacer, dice el Señor. Yo tengo preparado un plan celestial para ti. Escucha ahora, abre tus oídos y sigue mis caminos, que son mucho más perfectos que cualquier camino que pueda crear un hombre para ti.
Entiende que Yo quiero que me sigas solo a mí, dice el Señor Jesús. No puedes servir a dos maestros. No puedes seguir a dos personas. O sigues al hombre, o me sigues a mí. Pero para eso tienes que santificarte, arrepentirte de tus pecados, limpiarte de tu maldad, entregar tu corazón a mí para que Yo lo reforme. Y Yo te responderé y haré nuevas cosas en tu vida, y te levantaré del pozo donde estabas caído y caminaremos juntos, verdaderamente, como lo había planeado.
Ahora ve y dile a tus hermanos lo que te he dicho. Comenta de mis maravillas. Habla de mis verdades. No seas necio. Cierra tu corazón a las mentiras y escúchame a mí. Es hora de que te levantes y pelees la buena batalla. Es hora de que me sigas. Es tiempo de abrir las maletas, de colocar tu equipaje y de dármelo a mí para que Yo me deshaga de él.
Yo soy el Señor, el Rey de las alturas. Yo te hice con mi mano. Yo sé lo que es mejor para vos. Renuncia ahora a cualquier práctica oculta y limpia tus caminos para poder caminar conmigo. Deja de contaminarte yendo a las iglesias que no me siguen. Escúchame, mi hijo, responde a mi llamado, quédate conmigo y estemos a cuenta, porque vendrán tiempos difíciles, donde mi Espíritu trabajará arduamente para levantar lo que se había caído. Pero los que no me siguen, los que no están pegados a mí, no podrán resistir lo que viene.
Yo soy el buen pastor. Yo di mi vida por mis ovejas. ¿Qué puede hacer un hombre que Yo no haya hecho? Yo soy el que me sacrifiqué por vos, y ninguno otro. Entonces, a mí tienes que seguir, a mí tienes que escuchar. Yo soy el único que sabe lo que te conviene de verdad. Yo te doy convicción. Yo te doy arrepentimiento. Yo te doy verdad. Yo te llevo por el camino justo, por el camino saludable, por la sanidad, por la restauración.
Encamínate a mí y emplea tu tiempo en conocerme mejor, en saber quién soy. Ora a mí, ayuna por mí, investiga más, pregúntame. Yo quiero que me conozcas. Yo te estoy llamando a que me veas en todas las cosas. Deja de observar a hombres y obsérvame a mí, dice el Señor. Mira cuántas cosas tengo para darte. No lo hagas más complicado. Solo tienes que amarme en verdad, solo tienes que abrir tu corazón a mí, sin miedos, y Yo te voy a abrir la puerta para que entres a una nueva vida.
Pero estos que dicen trabajar para mí y mi Espíritu nunca habló, estas iglesias donde no estoy presente, ya no puedo sufrirlos, dice el Señor, porque dicen que me siguen y hablan mentiras, porque dicen que me conocen y Yo nunca les hablé, porque dicen hacer mi justicia, pero no saben lo que es justo, lo que es verdadero. Todo lo que hacen es construir planificaciones que no me glorifican, asentar en las cabezas cosas que Yo nunca hablé. Ellos agregan a mi Palabra cosas que Yo nunca dije, y quitan de mi Palabra las cosas que Yo hablé, y remueven de mi Palabra lo que no les conviene, ensuciando la sana doctrina del arrepentimiento y del perdón de los pecados, haciéndote creer que puedes ganar el cielo fácil, con frases inventadas, cuando nadie entra en el cielo si no es por mí, dice Jesús, porque Yo soy la puerta que lleva a la salvación y a la vida, y el que no me conoce, la puerta no se le abrirá.
Así que preocúpate en conocerme, dice Jesús. Apártate de las mentiras que enseñan estos pastores superficiales, que dicen seguirme pero no lo hacen, porque no siguen mi santidad. Solo lo ven como un negocio, y así se ensucian las manos, engañándose a ellos mismos, pensando que me sirven, pero en sus corazones tienen bien claro que Yo no estoy ahí, que los he dejado hace mucho tiempo, cuando decidieron obedecer a los hombres antes que a mí.
Despierta ahora, hijo mío. Levántate de la silla de estas falsas iglesias y templos que proclaman mi nombre pero no me obedecen. Quita tu presencia de estos lugares donde la salvación, mediante las obras, no es posible. Muévete de ahí, huye, dice el Señor, y apártate para orar a mí en la intimidad, dentro de las cuatro paredes de tu habitación. Clama a mí para que Yo me revele a ti, y grítame: «Señor, Señor, ¿dónde puedo encontrarte?» Y Yo voy a venir a habitar contigo, adentro tuyo, porque ese es mi templo sagrado, ese es el lugar donde Yo quiero estar, ese es el lugar donde Yo quiero trabajar a través tuyo.
Pero primero tienes que conocerme y saber quién soy Yo, tu Salvador. Yo soy el primero, Yo soy el último, y nadie más viene detrás de mí. Búscame, clámame, aliméntate de mis Escrituras, y me conocerás, y sabrás quién soy. Busca los caminos de la justicia y Yo me presentaré a ti, y sabrás quién soy, y podrás servirme de acuerdo a mis caminos. Amén.
Canción en lenguas interpretada
Ven a mí. Tengo tantas cosas para darte, dice el Señor. Ya no mires atrás. Olvídate del mundo y concéntrate en mí. Yo te tomaré de las manos y acariciaré tu rostro. Deja atrás las preocupaciones de la vida e invierte tu tiempo en conocerme. Mira, soy un Rey lleno de riquezas por descubrir. La plenitud del Padre se encuentra en mí, porque Yo nací del Padre. Yo fui engendrado de Él, y todo el poder está en mis manos porque viene del Padre.
Cuando descubras quién soy, vas a quedar atónito, absolutamente sorprendido. Si me buscas, Yo compartiré de mi persona y te daré de mí. Pero primero debes ir y separarte de mis falsos seguidores y de falsas iglesias, limpiar toda tu vida y tu casa de cualquier iniquidad y falsedad y buscarme en la intimidad, encerrarte a meditar las Escrituras con determinación y pasión. Y cuando no entiendas algo o tengas preguntas, pregúntame a mí. Búscame incesablemente. Come (lee) la misma palabra de las Escrituras que no entiendas, una y otra vez, hasta que se vuelva parte de ti, y Yo personalmente te diré qué significa cuando vea que realmente te esfuerzas por entender el significado.
Vengan a mí con los brazos abiertos, todos los que quieran saber, dice el Señor. Yo soy el Rey de todo lo que existe. La tierra me pertenece y todo lo que hay en ella. Yo separo a los que me conocen de los que no me conocen. Los unos se irán para arriba. Los otros se irán para abajo. Yo no puedo ser burlado. Estoy observando a los que dicen que me siguen, pero no lo hacen, y estos provocan mi enojo. A mí tendrán que darme explicaciones de por qué hicieron lo que hicieron, de por qué fueron falsos.
Ven conmigo, hijito. Agárrate fuerte de mis manos para que no te lleven malas corrientes. Átate a mí con sogas espirituales para que nadie te mueva del lado mío y puedas resistir lo que viene. Únanse, hijos míos, sean de un solo sentir y pidan mis instrucciones como un solo cuerpo. Despierten del sueño a los que creen conocerme pero no lo hacen. Ábranles los ojos. A ellos díganles: «Mira las Escrituras. El Señor no es así como tú piensas.»