Traducciónes: inglés
Manténganse limpios, blancos, sin ninguna mancha de iniquidad. Permanezcan constantemente atentos, meditando en sus corazones si tal vez hay alguna manchita en sus vestiduras, porque nadie que tenga una sola manchita en sus vestiduras podrá ingresar en mi reino.
Ahora escuchen mi llamado a limpiarse, dice el Señor, porque Yo estoy al lado de los que quieren permanecer blancos y limpios como la nieve. Si tú me pides, Yo te voy a limpiar, dice Jesús, porque Yo soy el único que tiene aguas capaces de lavar tus vestiduras espirituales, y nadie más tiene el poder de limpiar tus pecados.
Pero no consideres ningún tipo de pecado como si no tuviera importancia. Puedes tener en tus vestiduras manchas pequeñas o grandes, pero incluso si tienes una manchita pequeñísima, no vas a estar listo para entrar en mi reino. Todas las ovejas que van a entrar en mi redil son perfectamente blancas. Ninguna de ellas tendrá ninguna mancha.
Mantente atento, mirando tus vestiduras constantemente, prestando atención y estando alerta si tal vez te has ensuciado, aun sin querer, si tal vez involuntariamente tus vestiduras se han manchado. Si quieres permanecer limpio de cualquier manchita en tus vestiduras celestiales, pídemelo a mí, dice Jesús, y Yo te voy a mostrar qué parte de tus vestiduras está manchada.
Yo puedo hacerte consciente de tus pecados inconscientes, dice Jesús, pero no confíes en ti mismo; pon tu confianza en mí y solamente en mí. No confíes en el hombre cuando te diga que estás completamente limpio.
Si vuelves tus ojos a mí y pides mi consejo, Yo te voy a mostrar si hay algo en tus vestiduras de lo cual tienes que ser limpiado. Pero no seas arrogante como los fariseos, que piensan que sus vestiduras están completamente blancas cuando ni siquiera se les ha cambiado la ropa, cuando aún están vestidos de gris en el espíritu y duermen.
Pero para los que son míos: Lávense las manos constantemente de cualquier suciedad, de cualquier iniquidad, de cualquier injusticia, de cualquier polvo que pueda haber quedado. Lávense las manos diariamente, dice Jesús, porque aun sin darte cuenta puedes estar ensuciándotelas.
Revisa tus pies día a día, noche a noche antes de dormir, y pídeme que Yo lave tus pies en el espíritu para que estés limpio de cualquier mancha de iniquidad, de cualquier camino erróneo que hayas tomado. No confíes en ti mismo, porque tu corazón es engañoso, y muchas veces vas a creer que estás limpio, cuando en realidad no es así.
Si de verdad me amas, dice Jesús, vas a ser lo suficientemente humilde para reconocer que no eres capaz de limpiar tus propios pecados, que solo Yo puedo hacerlo, a través del sacrificio que hice por ti.
Todos tus pecados que hayas cometido, todas las injusticias en tu vida, tus manos sucias y tus pies llenos de polvo, tus vestiduras manchadas, tienes que entregármelos a mí, dice Jesús, porque Yo soy el único que puede darte ropa nueva, porque Yo soy el único que puede lavar tus manos y tus pies, porque Yo di mi vida por ti.
Pero esta limpieza tiene que ser diaria, dice Jesús. No me alcanza con que te arrepientas una vez de todos los pecados que cometiste en el pasado y después sigas caminando por tu camino y tus vestiduras empiecen a ensuciarse de nuevo y nunca son lavadas.
Cada día está atento a mi llamado, dice Jesús, escucha mi voz en tu conciencia, y Yo te voy a revelar cuáles son las cosas de las que tienes que ser limpiado. Pero para eso, tienes que mantener tu corazón humilde y abierto a aceptar que tienes cosas de las cuales tienes que ser limpiado.
Cuando Yo venga por los míos, solamente van a entrar en mi casa los que permanezcan blancos de la cabeza hasta los pies. Les voy a pedir que me muestren sus manos, y sus manos van a estar limpias. Les voy a pedir que me muestren los pies, y sus pies van a estar impecables.
Nadie que se hace llamar mi hijo resiste tener una manchita en sus vestiduras. Todos los que son mis hijos de verdad reconocen sus errores con humildad y me piden ayuda para que Yo los lave y los renueve constantemente.
Pero todo aquel que es arrogante piensa que ya ha terminado su trabajo, dice Jesús, que no necesita nada de mí, que puede lavarse solo, sin saber que trata de lavar sus vestiduras una y otra y otra vez, y cada vez están más sucias, porque trata de hacerlo por sí mismo y no me las entrega a mí, que soy el único que puede dejarlas blancas como la nieve otra vez.
Si quieres resplandecer como el día, si quieres brillar como una estrella, si quieres ser una oveja completamente blanca, sin manchas en tus lomos, tienes que venir a mí, y Yo te voy a lavar y voy a hacer que la lana de tus lomos sea blanca y resplandeciente como nunca viste en esta tierra, dice Jesús.
Pero las ovejas que permanecen blancas se quedan quietas cuando su pastor las limpia. Bajan la cabeza, inocente y humildemente, y esperan a que el pastor haga su trabajo, porque es el pastor el que trae el balde de agua, el jabón, el cepillo y las limpia. Pero si la oveja no se queda quieta, no es posible limpiarla, o solo es posible limpiarla a medias, y queda semimanchada.
Hay ovejas que son ansiosas e inquietas, que quieren hacer su propia voluntad, que no resisten la tentación de salir corriendo por el campo. Porque no se quedan quietas, le hacen al pastor el trabajo imposible y no pueden ser limpiadas. Y cuando se van libres por el campo, se parecen más a una cabra que a una oveja. Esas son las que no me agradan, dice Jesús.
Pero las ovejas que me complacen son las que pasean tranquilamente, las que pastan en paz, sin generar alboroto. Cuando Yo las llamo, vienen contentas, sin reclamar, y cuando escuchan mi voz, responden al instante. A estas ovejas es tan fácil limpiarlas, dice Jesús, porque son ovejas obedientes, porque son ovejas humildes, porque son tranquilas y mansas.
Mi mano siempre está sobre ellas, acariciándolas, protegiéndolas, alimentándolas, cuidando que no se descarríen por ningún charco de lodo que pueda ensuciarlas, cuidando que no caigan por ningún barranco y no tropiecen con ningún madero, cuidando que ningún lobo las coma.
Una oveja que permanece en mi redil, que es obediente y se mantiene en mi territorio, dice Jesús, nunca está expuesta a los lobos que están afuera. Y esta es la verdadera inteligencia: mantenerte pegado a mí, escuchando mi voz y solo mi voz, y viviendo en paz con el ganado.
Así que ahora observa tus vestiduras y fíjate si realmente están blancas o si están manchadas, dice Jesús. Examina tu corazón y entrégame cualquier iniquidad para que Yo pueda limpiarla. Mírate las manos y confiésame los pecados que cometiste con ellas, y luego entrégamelas para que Yo las lave con mis aguas de vida eterna.
Revisa tu lengua, cuántas veces peca en el día, y dime: «Señor, quiero ser lavado. Limpia mi boca de cualquier iniquidad que haya cometido durante este día.» Mira tus pies, si están sucios, y dime: «Señor, no me di cuenta por dónde estuve caminando. ¿Podrías limpiarme y hacerme entender tus caminos?», y Yo te voy a mostrar la senda, dice Jesús.
Revisa bien tu ropa, que no tenga polvo ni esté manchada, y permanece impecable e irreprensible ante los ojos de mi Padre, para que cuando Yo vuelva, y no falta mucho, te reconozca, dice Jesús, porque solamente me voy a llevar a aquellos que resplandezcan más que el sol, a aquellos que estén más blancos que un copo de nieve, a aquellos que hayan llegado a ser tan blancos que resplandezcan más que los tulipanes, más que las amapolas.
Yo voy a venir por los míos, dice Jesús, pero me voy a llevar solamente a las ovejas blancas y obedientes. No permitas que ningún hombre limpie tus vestiduras, porque no puede hacerlo. Yo soy el único que puede perdonarte todas tus faltas, voluntarias o involuntarias, pero tu corazón tiene que estar dispuesto y atento, y tu conciencia tiene que estar alerta a la guía del Espíritu Santo.
Yo estoy trabajando en los míos, dice Jesús. Mi gente está alerta. Mi pueblo me pregunta si ya está listo para entrar en mi casa.